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Sunday, May 8, 2011

¿Hay un solo Dios verdadero?

El punto de vista bíblico
 


 

MÓLEK, Astoret, Baal, Dagón, Merodac, Zeus, Hermes y Ártemis son algunos de los dioses y diosas que la Biblia menciona por nombre (Levítico 18:21; Jueces 2:13; 16:23; Jeremías 50:2; Hechos 14:12; 19:24). Pero solo a Jehová se le llama Dios Todopoderoso. Moisés le enseñó a su pueblo a entonar en un canto de victoria: “¿Quién entre los dioses es como tú, oh Jehová?” (Éxodo 15:11).
 

Las Santas Escrituras colocan claramente a Jehová por encima de cualquier otro dios. Ahora bien, ¿qué papel cumplen esos dioses? ¿Son estos que menciona la Biblia y muchos otros que la humanidad ha venerado a lo largo de su historia dioses reales, subordinados al Dios todopoderoso, Jehová?
 

Fruto de la imaginación
 

La Biblia reconoce a Jehová como el único Dios verdadero (Salmo 83:18; Juan 17:3). Las propias palabras de Él, registradas por el profeta Isaías, fueron: “Antes de mí no fue formado Dios alguno, y después de mí continuó sin que lo hubiera. Yo... yo soy Jehová, y fuera de mí no hay salvador” (Isaías 43:10, 11).
 

Pero no es que los demás dioses sean solo inferiores a Jehová; en la mayoría de los casos ni siquiera existen. Son, en sentido estricto, fruto de la imaginación, o como dice la Biblia, el “producto de las manos del hombre, [...] que no pueden ver, ni oír, ni comer, ni oler” (Deuteronomio 4:28). De modo que la enseñanza bíblica es clara: Jehová es el único Dios verdadero.
 

No sorprende, pues, que las Santas Escrituras prohíban enérgicamente adorar a quienquiera que no sea Jehová. Por ejemplo, el primero de los Diez Mandamientos que Moisés recibió advertía a la nación de Israel contra rendir culto a cualquier otro dios (Éxodo 20:3). ¿Por qué?
 

Primero, porque venerar a un dios que ni siquiera existe es un gran insulto al Creador. La Biblia dice que quienes caen en tal forma de adoración ‘han cambiado la verdad de Dios por la mentira y veneran y rinden servicio sagrado a la creación más bien que a Aquel que creó’ todas las cosas (Romanos 1:25). Los dioses inventados suelen representarse con ídolos hechos de materiales que se hallan en la naturaleza, como el metal y la madera, y a muchos se les asocia con ciertos elementos naturales como el trueno, los mares y el viento. 

Por ello, venerar a esos dioses inexistentes constituye una grave falta de respeto al Dios todopoderoso.
 

Para el Creador, tanto los dioses falsos como sus ídolos son repugnantes; pero su mayor indignación se dirige contra la gente que los ha fabricado. Sus sentimientos se expresan en estas enérgicas palabras: “Los ídolos de las naciones son plata y oro, la obra de las manos del hombre terrestre. Boca tienen, pero no pueden hablar nada; ojos tienen, pero no pueden ver nada; oídos tienen, pero no pueden prestar oído a nada. Además, no existe espíritu en su boca. Quienes los hacen llegarán a ser lo mismo que ellos, todos los que en ellos confían” (Salmo 135:15-18).
 

Además, adorar a cosa o persona alguna aparte de Jehová Dios sería una tremenda pérdida de tiempo y de energías, y esta es otra razón por la que la Biblia condena tal práctica. El profeta Isaías dijo con acierto: “¿Quién ha formado un dios o fundido una mera imagen fundida? De ningún provecho en absoluto ha sido” (Isaías 44:10). Las Escrituras también afirman que “todos los dioses de los pueblos son dioses que nada valen” (Salmo 96:5). Si los dioses falsos no valen nada, adorarlos tampoco sirve de nada.
 

Jesús, los ángeles, el Diablo
 

En ocasiones, las Santas Escrituras sí llaman dioses a personas reales. Pero un examen cuidadoso revela que el uso del término “dios” en tales casos no busca ponerlos en la categoría de deidades que merezcan culto. 

En los idiomas en que se escribió originalmente la Biblia, la palabra dios también se usaba para hablar de alguien con poder, de un ser espiritual o de alguien muy cercano al Dios todopoderoso.
 

Por ejemplo, algunos versículos bíblicos se refieren a Jesucristo como un dios (Isaías 9:6, 7; Juan 1:1, 18). 

¿Significa esto que hay que adorar a Jesús? No, pues él mismo dijo: “Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado” (Lucas 4:8). Puede verse que, si bien Jesús es poderoso y de naturaleza espiritual, la Biblia no lo presenta como alguien que deba recibir adoración.
 

De los ángeles también se dice que “tienen parecido a Dios” (Salmo 8:5; Hebreos 2:7). Pero en ningún sitio las Santas Escrituras animan al ser humano a venerarlos. De hecho, el envejecido apóstol Juan en cierta ocasión se impresionó tanto por la presencia de un ángel que se postró ante él para adorarlo, pero el ángel reaccionó diciendo: “¡Ten cuidado! ¡No hagas eso! [...] Adora a Dios” (Revelación [Apocalipsis] 19:10).
 

Por otra parte, el apóstol Pablo llama al Diablo “el dios de este sistema de cosas” (2 Corintios 4:4). Como “gobernante de este mundo”, Satanás ha promovido la veneración a infinidad de dioses falsos (Juan 12:31). 

En consecuencia, cualquier adoración que se dirija a dioses hechos por el hombre constituye, en realidad, adoración que se rinde a Satanás. Ahora bien, él no es un dios que merezca nuestra devoción. Es un usurpador, que se ha proclamado a sí mismo gobernante de este mundo. Pero con el tiempo, él y toda forma de adoración falsa serán eliminados. Cuando eso suceda, la humanidad entera —sí, toda la creación— reconocerá por siempre a Jehová como el único Dios vivo y verdadero (Jeremías 10:10).
 

¿SE HA PREGUNTADO...
 

▪ ... qué enseña la Biblia sobre el culto a los ídolos? (Salmo 135:15-18.)
 

▪ ... si deberían Jesús y los ángeles ser adorados como dioses? (Lucas 4:8.)
 

▪ ... quién es el único Dios verdadero? (Juan 17:3.)

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